Hace unos días terminé de leer
La sombra del viento, y en estos momentos estoy a punto de llorar emocionada porque, buscando la imagen de la carátula en la web me topé con la página oficial y salen las fotos de los lugares que Carlos Ruíz Zafón describe en la novela. Es maravilloso poder ver esos sitios, aunque sea por fotografía y es más recomendable hacerlo después de la lectura, así uno lo puede comparar con lo que se imagina entre las líneas de esa obra magistral de casi 500 hojas.
Un amigo me la recomendó hace 3 años y, como justo estábamos por época navideña, decidí regalárselo a mi tía sin saber cuál era su contenido. Lo hice solamente porque ella me enseñó a leer, no hay ninguna otra persona en la familia que nos haya pegado tanto su interés por los libros. Recuerdo que lo primero que me encargó leer fue la vida de Maria Antonieta, a los 9 años, ahí descubrí el fascinante gusto por las biografías.
Cada fin de semana reunía a todos sus sobrinos y nos preguntaba sobre los avances de la lectura, al finalizar el examen oral, nos daba un sol a cada uno.
Transcurrieron más de 10 años para que yo le obsequie un libro, pero lo compré pirata porque no tenía dinero para pagar el orginal y para colmo, lo llevé sin envolver - ella comprende la falta de delicadeza que me caracteriza. Pasó el tiempo y cuando iba a visitarla, veía la novela en la estantería... Al parecer no la había tocado y sé perfectamente que no lo hace porque su trabajo en el banco no le deja nada de tiempo.
Un buen día, decidí meterlo en mi bolsa y descubrir por qué Martín me lo había recomendado tanto. Llegó a una repisa más grande y se quedó esperando que tuviera un momento para dedicarle. Por fin, hace menos de un mes, después de innumerables conflictos existenciales, creí encontrar en esa novela de tapa celeste, el alivio a todos mis malestares.
Esta última línea podría hacerlos pensar que hablo de un libro de autoayuda pero no es así. Las primeras páginas me supieron un poco insípidas y por eso me demoré mucho en leer
El cementerio de libros olvidados pero al finalizar lentamente ese primer capítulo no me detuve hasta acabar.
Suelo ser una persona muy impaciente y si lo que hago no me llama la atención lo dejo con suma rapidez, por eso he abandonado muchísimos libros y otras cosas más. Sin embargo, esta novela superó todas mis expectativas. No sólo la terminé sino que además, me dio pena que se acabe. Tiene una prosa fluída y coloquial, la trama es interesantísima - a pesar de algunos matices telenovelescos - y el autor esboza metáforas brillantes.
Años después de hacerle este regalo a mi tía, por azar del destino, supe que era una novela como para ella. Daniel Sempere es hijo de un librero de viejo, quien lo lleva a los 10 años al Cementerio de libros para que escoja una novela de la que nunca se separaría. Daniel escogió
La sombra del viento de un tal Julián Carax. A partir de ese momento dedicaría adolescencia y juventud a desenmarañar el misterio de este escritor. No les puedo contar más!