[texto escrito para la exposición Kassandra night club & pub de Iván Huerto]
Kassandra tiene a diario una alfombra roja.
Es una reina sin corona que cruza oscuros callejones
con una llamarada dentellando entre sus piernas.
El vino y sus visos violetas,
son luces que danzan en las retinas vidriosas de los ebrios y noctámbulos.
Llegan buscando,
mirando torpemente los rostros de Kassandra
poco parecidas a las máscaras africanas
de las sicalípticas señoritas de Avignon
Son sólo, ante su sádico aspecto,
la efimera compañía de esta noche.
Sombras y alcohol cambian el aspecto de todas ellas.
Cambian su tristeza por gestos obsenos,
por sonrisas que fingen paraísos.
La tetona de Fellini, parece llamarte desde la ventana
y todas sus muchachas intentan creer que cada noche
es un reiterativo sueño que se diluye con el día
porque entre gemidos nadie las escucha
la amargura y el sudor también les corre el maquillaje
Ellas bailan en Kassandra
mientras se quitan la piel que los demás devoran
acaban con la ausencia de las noches vacías.
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