Él amaba...
Él amaba tres cosas en el mundo:
los cantos de vísperas, los pavos reales blancos
y los desgastados mapas de América.
No le gustaba el llanto de los niños,
ni el té con frambuesa,
ni la histeria femenina.
...pero yo era su esposa.
A muchos
Soy vuestra voz, el calor de vuestro aliento,
soy el reflejo de vuestro rostro.
Es inútil el temblor de vuestras alas inciertas.
Igual estaré con vosotros hasta el final.
Por eso me amáis con ansiedad
en mi pecado y debilidad,
por eso me disteis
al mejor de vuestros hijos,
por eso nunca
me preguntasteis nada sobre él
y con elogios repugnantes quemasteis
mi casa desolada para siempre.
Y dicen que está prohibido unirse en la intimidad
y amar sin remedio.
Así como la sombra quiere desprenderse del cuerpo,
así como la carne quiere separarse del alma,
así quiero yo ahora ser olvidada.
Respuesta
¿Qué palabras extrañas me trajo
un tranquilo día de abril?
Tú sabías que en mí estaba vivia
una Semana Santa terrible.
Yo no escuché aquellos tañidos
que navegaban en el limpio azul.
Durante siete días, bien sonó la risa de bronce,
bien se derramó el llanto de plata.
Y yo, ocultando mi rostro
como antes una separación eterna,
me tendí y esperé
el tormento aún no llamado.
1 comment:
Y quién será esta análitica señora que inaugura el abecedario?
Me gustó particularmente, el primer poema.
Un abrazo,
Ahora puedes encontrarme en http://antoniakatz.wordpress.com
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