Ahora es difícil unir las piezas de esa burbuja de cristal que terminó por estallar, tal vez por presión, tal vez por tener que pisar la tierra que a veces suele ser tan hostil, como esta realidad que hasta hoy no llego a comprender. Saber que tuve a mi destino como un rompecabezas, al que armé con delicado esmero durante tres años, que con el tiempo se hacía más grande y concreto, más bonito...mejorando día tras día, recordando siempre que la primera pieza fueron las canciones que encontré en tu cuaderno hace varios años, cuando aún eramos dos perfectos desconocidos, cuando caminabamos juntos sólo por caminar, estabamos sólo por estar, sin buscar motivos que pueden satisfacer vagas inquietudes, nos queremos y nada más.
Pero es complicado ir contra los presagios, contra la incertidumbre que se huele en el aire...como esa mañana de octubre en la que sentí que el cielo era tremendamente grande y estabas más lejos que de costumbre y sabía que caminando mil años con dirección al sur no volvería a encontrarte, lo supe y me soñé otra vez caminado por corrientes, llegando ha tu piso para sorprenderte antes de irme lejos y ver salir por la puerta a un niño que te buscaba diciendo "papá". Creo que por eso no volveré a desentenderme de las visiones.
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