"Una de las contradicciones de esta vida, cuyo cariz trágico tan a menudo y con tanta facilidad se recubre de los cómico, es que nosotros de nada nos enamoramos con la mitad de nuestra alma y nos dejamos arrebatar como del instante, lo efímero, el juego cambiante de los rostros de la vida, y en la otra mitad abrigamos ese anhelo profundo de duración, de reposo, de eternidad, ese anhelo que una y otra vez nos empuja a intentar lo imposible: la espiritualizaicón y perpetuación de lo pasajero, la cristalización de lo fluido y mudable, la retención del momento".
"El mandamiento del amor, sea dictado por Jesús o sea dictado por Goethe, este mandamiento ha sido muy mal comprendido por el mundo. Ante todo, no se trata de ningún mandamiento. No existen mandamientos. Los mandamientos vienen a ser verdades que el sabio adapta para ponerlas al alcance del ignorante, o son las verdades según las concibe y siente el ignorante. Los mandamientos vienen a ser verdades mal comprendidas. El fundamento de toda verdad es: la dicha viene sólo del amor. Si yo digo "ama a tu prójimo", ya es una doctrina falseada. Tal vez sería mucho más correcto decir: "ámate a ti mismo como a tu prójimo". Y tal vez el error originario fue querer empezar siempre con el prójimo".
"Debemos mantener nuestro amor todo lo libre que podamos, a fin de poder brindarlo en cualquier momento. Los objetos a los que nos entregamos solemos sobrevalorarlos, y de ahí se origina mucho sufrimiento".
"El genio, allí donde surge, o acaba estrangulado por los que le rodean o es él quien les tiraniza a ellos; le aclaman unánimemente como la flor de la humanidad y, sin embargo, provoca en todas partes miseria y confusión, aparece siempre aislado, condenado a la soledad, no es hereditario y presenta siempre cierta tendencia a abandonarse a sí mismo".
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