
Le regalé mis relojes al antucuario, he tejido fantasmas durante años para crear una visión coherente de mi desorden vital...parché mis ventanas para no ver la realidad, sin embargo dejé sólo a un pedacito de cielo acostarse a mi lado, en la cama. Poco a poco me hice de un oficio para darle vida a las sombras, para hablar sin tener que recurrir a mi torpe lengua, para no usar esa voz que producen mis atrofiadas cuerdas vocales.
Tomé el oficio de mentirosa -es decir, escritora- y creadora sueños raros, de sombras hechas con la mano, de muñecas vestidas de mujeres alocadas, de cartas anónimas que le hacen feliz a la gente, de regalos tocatimbres y de la masa de un enorme pastel que induce a la más amena sobremesa.
Por eso escribo hasta que me pongo a pensar ¿por qué estudiar historia del arte? si al final sólo recuerdo lo que imagino - y sí, en un inicio vivía pensando en que la historia que construyó el hombre pudo haber tenido un origen diferente en cualquier otro cerebro - recuerdo en cierto momento a los bichos que recorren mis neuronas, microtarzanes trepándose en lianas llenas de mielina...es en ese momento que me cuelgo de la realidad y me río y me río de ella cada vez más.
Por eso soy la mosquita cuasinvertebrada que pasa silente y expectante, te obsequio una fantasía cada miércoles por la mañana, soy la liliputiense más rebelde, la brúju-la sin protocolo, la pavita que usa faldas y habla en español, la que se favorece de los mitos no finiquitados, la que se despierta creyendo ser un río, que corre y se deja fluir...
1 comment:
ah, pero que bonito te salió.... sobre todo el segundo y tercer párrafo.
Post a Comment