Wednesday, June 04, 2008

Ciudadana Cake

Puede parecer poco consistente hablar de una dictadura a mis 23 años...viví una que duró 11, de los tiernos 5 hasta mis pueriles 16. Como integrante de un hogar poco conservador, me educaron viendo noticieros durante los días y noches. Desayunos con voces ajenas a la casa, con imágenes no aptas para el consumo infantil, con traumas de coches bombas y desaparecidos, con el toque de queda y la preocupación de que papá no llegue a tiempo a casa.

Años después, las nauseas que me ocasionaban estos acontecimientos se convirtieron en morbo, que sin llegar a concretarse, aún me asustaban cuando caían las noches sin luz, lo que acarreo mi actual insomnio y estado de alerta cada madrugada.

Todos los acontecimientos y nombres que vi con cautela y curiosidad durante mi niñez se quedaron grabados en mi cabeza, como el garabato de un mundo que podía ser el despertar prematuro a una pesadilla. Son muchos los personajes que recuerdo con vago atisbo...cosas que actualmente me sirven para documentarme y aclarar irresolutas deudas con mi antiguo afán de investigación.

Mi interés por los temas sociales y políticos se acrecentó durante la adolescencia "como ya soy grande, soy capaz de hacer algo para cambiar el mundo", pensaba a los 15 años en lugar de planear la celebración en un club y diseñar el vestido para el quinceañero.

En un primer momento pensé que entrando al convento podía subsanar el daño, vivir en comunidades recónditas que habían sido sometidas a torturas por parte del gobierno de turno...tras una larga charla con el párroco de mi escuela, deserté de dicho proyecto.

La segunda intención - bueno, más que nada por recomendación familiar - fue estudiar derecho... "Serás abogada", pero fue una idea que no me gustó mucho por verme en el penoso trance de litigar con corruptos.

Leer la constitución y saber de leyes me hizo sentir que podía emitir opiniones respecto de los problemas que se suscitaban a mí alrededor, pero eso no era suficiente.

Siempre pensé - y hasta hoy lo hago - que los actos son lo único válido, así que decidí escribir y publicar..."Quiero ser periodista. Quiero investigar”.

Así llegué a ser corresponsal escolar de un diario innombrable que supo, de manera poco contundente, frustrar mis expectativas "Acá sólo se escriben notas escolares, acordes a los chicos de tu edad...no queremos política". Dejé eso y toqué temas de educación y reformación de chicos de la calle…parece que la idea tampoco les gustó.

Así fue como quedaron archivados pequeños ensayos, notas sobre las marchas por la paz y la de los cuatro suyos...todo se quedó en un diario rosado de hojitas perfumadas.

El intentar cambiar el mundo se quedó en mi mundo, saber que las protestas unipersonales en el colegio me dejaron sólo el apelativo de "terruca" el que hasta hoy recuerdo con risa y un poco de pena…pena porque al final después de gastar mis suelas, marchando y la voz, gritando el mundo no llegó a ser lo que pensé.

Conclusión: idealismo desechado mismo pañal y echado al camión de la basura.

2 comments:

Octavio M said...

No conocía ese lado sociopolítico tuyo. Yo recuerdo una adolescencia mía en la que lo político y lo social aún me definía.
Hoy prefiero mi apoliticismo y mi lado tenuemente social. Que apenas orbitan. ¿Será que los tengo encerrados en una jaula?

George said...

en mis tiempos (no soy ta viejo), no había mucho de eso, crecimos con el desgano de los gibiernos de turno, Belaunde y Garcia V.1, y como te darás cuenta, atrapados por la generación de los 80'