Saturday, February 02, 2008

Pasan los días...


He buscado en cada bodega del distrito algo más que un simple condimento, llevé sencillo, monedas de baja denominación en los bolsillos para que nadie se niegue a venderme una chispa, una tonalidad más para los colores que le faltan a mi vida.
Corrí por calles, crucé las pistas decenas de veces sin encontrar una mirada que responda a mi deseo, sin hallar palabras pegadas en escaparates repletos de mercancía.
Me sentí como la extraña pieza de un rompecabeza de 1 549 801 partes, cada una tan distinta de la otra, buscando juntarse para salvar a la humanidad - dando como resultado de la alianza, el rostro del tan esperado Papa negro - pero siempre se encuentran las rebeldes a las que el destino no importa tanto, aquellas tímidas que no pueden relacionarse y yo, lejos, riéndome del caos que les ocasiona la forzada manera de proceder, correcta y disciplinada.
A pesar del desconcierto que me produce tener que lidiar con esta congestionada y verdaderamente hepatítica ciudad, me siento a ver a sus personajes, a sus extras transitar con tranquilidad...algunos con la mirada fija, otros viendo su reloj, otros llevando con esmero a sus niños o a sus bolsas de mercado, otros lentos, algunos más rápidos pero pocos mirando al caracol que cruza despacio o al niño que quiere llorar, esos que hacen cualquier mueca, cualquier maroma para evitar el terrible suceso.
Yo veo mis apuntes, mis zapatos y los rostros de aquellos transeúntes como si se tratara de una enorme pantalla, un circo ambulante, en el que cualquier disparate sería completamente atinado y normal.
Todos viven en un largometraje, yo sólo aparezco detrás de cámaras.

2 comments:

CB said...

Bonito texto =). Saludos.





http://e-sobre-v.blogspot.com/

Octavio M said...

Cuando en mis "meses infernales" me sentaba en mi "oficina" (la cafeta de Letras de la Universidad en la que estudiaba por entonces) veía imágenes similares a las que describes, sobre todo eso de que algunos corren y otros van despacio. Y lo tomaba como una metáfora de mi vida de entonces, como si yo fuera tan solo un espectador de mi propia vida, el ver a todos inmersos en lo suyo, mientras que yo me sentaba ahi, dejando pasar el tiempo, era algo que implicaba mucho más que ello en realidad, un total abandono y algunas cosas más. Lo curioso es que más de un año después, ya muy recompuesto y bastante más estable, salí a caminar por los maleconoes de Miraflores (como tantas otras veces, solo que aquella vez lo hice de día) y veía imágenes del mismo tipo, solo que el velo ya no era gris, ahora veía niños jugando, corriendo, saltando, gente caminando mientras escuchaba música, ancianos paseando, gente haciendo deporte, etc. y sentía una extraña pero placentera sensación dentro de mí, algo que solo puedo llamar "vida".
Eso me hace pensar en que todo depende de la perspectiva, aunque muchas cosas más se esconden detrás, siempre.