A pesar de eso, gracias a ella se rompieron los cristales que llevaba en las GAFAS - esas que me hacían verte mejor que ninguno sobre la miserable faz de la tierra, o probablemente fue mi idea, por conocerte poco o porque conozco mis "caprichos"(muy poco usuales) - y tuve que soportar mucho aquel día; viéndote hacer semejante espectáculo en mis narices...
Ahora soy yo quien se reconstruye, pero aún no soy capaz de reconocer ni mi nariz, que te olfateo hasta donde pudo, y mi boca, que llegó sólo hasta donde quisiste.
He vuelto a dormir y a desperezarme con ganas, a leer, tal vez vuelva a clases, al violín, en fin...puedo volver a muchas cosas, pero estoy convencida que no volveré a una: regalar parte de mi a quien no debo (o en todo caso, a quien no lo merece).
Hada mandarina en proceso de reconstrucción
(Foto: Martín Loyaga- mi fotógrafo de cabecera)
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